20090217

EL MANIFIESTO DE LOS IGUALES (1801)


¡PUEBLO DE FRANCIA!

Durante quince siglos has vivido esclavo y, por tanto, infeliz. Desde hace seis años respiras apenas, esperando la independencia, la felicidad y la igualdad.
¡La Igualdad! ¡Primer deseo de la naturaleza, primera necesidad del hombre y principal vínculo de cualquier asociación legítima! ¡Pueblo de Francia! ¡Tu no has sido más favorecido que las demás naciones que malviven en este desafortunado mundo!... Siempre y en todas partes la pobre especie humana confiada a antropófagos más o menos hábiles sirvió de juguete de todas las ambiciones, de pasto de todas las tiranías. Siempre y en todas partes se adormeció a los hombres con bellas expresiones: nunca y en ningún lugar obtuvieron, junto a la palabra, la cosa. Desde tiempo inmemorial se nos repite de manera hipócrita que los hombres son iguales y desde tiempo inmemorial la más degradante y monstruosa desigualdad pesa insolentemente sobre el género humano.
Desde que hay sociedades civiles, el más bello patrimonio del hombre es reconocido sin contradicción, pero aún no ha podido realizarse ni una sola vez: la igualdad no ha sido más que una bella y estéril ficción de la ley. Hoy, cuando es reclamada con voz más fuerte, se nos responde: ¡callaos, miserables! La igualdad real es sólo una quimera; contentaos con la igualdad condicionada; sois todos iguales ante la ley. Chusma ¿qué más necesitáis?
¿Que qué más necesitamos?
Legisladores, gobernantes, ricos propietarios, escuchad ahora vosotros.
Somos todos iguales ¿no es eso? Nadie niega ese principio porque, salvo si se padeciese locura, no podría decirse en serio que es de noche cuando es de día.
Pues bien, a partir de ahora pretendemos vivir y morir iguales, como hemos nacido; queremos la igualdad real o la muerte; eso es lo que necesitamos.
Y tendremos esa igualdad real, no importa a qué precio. ¡Maldito sea quien se oponga a ese deseo expreso!
La revolución francesa es sólo la precursora de una revolución mucho más grande, mucho más solemne, y que será la última.
El pueblo ha pisoteado el cadáver de los reyes y los curas que se aliaron contra él: hará lo mismo con los nuevos tiranos, con los nuevos políticos mojigatos sentados en el lugar de los antiguos.
¿Que qué necesitamos además de la igualdad de derechos?
Necesitamos que esa igualdad no sólo esté escrita en la Declaración de derechos del hombre y del ciudadano; la queremos entre nosotros, bajo el techo de nuestras casas.
Aceptamos cualquier cosa por ella, empezar de cero para obedecer a ella sólo. ¡Perezcan todas las artes, si es preciso, mientras nos quede la igualdad real!
Legisladores y gobernantes que tenéis tan poco talento como buena fe, propietarios ricos y sin entrañas, en vano tratáis de neutralizar nuestra sagrada acción diciendo: lo único que hacen es reproducir esa ley agraria pedida ya más de una vez antes de ellos.
Calumniadores, callaos vosotros y, en el silencio de la confusión, escuchad nuestras pretensiones dictadas por la naturaleza y basadas en la justicia.
La ley agraria o el reparto de los campos fue el deseo inmediato de algunos soldados sin príncipe, de algunos pueblos primitivos movidos por su instinto más que por la razón.
Tendemos hacia algo más sublime y más equitativo, ¡el bien común o la comunidad de bienes! No más propiedad individual de las tierras; la tierra no es de nadie. Reclamamos, queremos, el goce comunal de los frutos de la tierra: esos frutos son de todos.
Declaramos que no podemos soportar por más tiempo que la inmensa mayoría de los hombres trabaje y sude al servicio y para en disfrute de la más ínfima minoría.
Mucho menos de un millón de individuos, y durante demasiado tiempo, dispone de lo que corresponde a más de veinte millones de sus semejantes, de sus iguales.
¡Que cese de una vez este gran escándalo que nuestros descendientes no querrán creer!
Que desaparezcan de una vez las escandalosas distinciones entre ricos y pobres, grandes y pequeños, amos y lacayos, gobernantes y gobernados.
Que no haya entre los hombres más diferencia que las de la edad y el sexo. Puesto que todos tienen las mismas necesidades y las mismas facultades, que haya para ellos una única educación, un único sustento. Si se contentan con un solo sol y con mismo aire para todos ¿por qué no habría de ser suficiente la misma porción y la misma calidad de alimentos para cada uno de ellos?
Pero los enemigos del más natural de los órdenes de cosas que se pueda imaginar gritan ya contra nosotros. Desorganizadores y rebeldes, nos dicen, sólo queréis masacres y botín.

¡PUEBLO DE FRANCIA!

No perderemos el tiempo contestándoles, pero te diremos que la sagrada acción que organizamos no tiene más objetivo que poner fin a las disensiones civiles y a la miseria pública.
Nunca ha sido concebido y puesto en marcha un propósito mayor. De tarde en tarde, algunos hombres de talento, algunos sabios, han hablado de ello en voz baja y temblorosa. Ninguno de ellos tuvo el coraje de decir la verdad completa.
Ha llegado el momento de las grandes medidas. El mal está en su punto más alto; cubre la faz de la tierra. El caos, con el nombre de política, reina en ella desde hace demasiados siglos. Que todo retorne al orden y vuelva a su lugar.
¡Que todos los elementos de la justicia y la felicidad se organicen ante la llamada de la igualdad!
Ha llegado el momento de fundar la República de los Iguales, ese gran hospicio abierto a todos los hombres. Han llegado los días de la restitución general. Familias quejumbrosas, venid a sentaros a la mesa común levantada por la naturaleza para todos sus hijos.

¡PUEBLO DE FRANCIA!

¡La más pura de las glorias te estaba reservada! Sí; tu debes ser el primero en ofrecer al mundo ese conmovedor espectáculo.
Viejas costumbres, antiguas prevenciones, querrán de nuevo poner obstáculos al establecimiento de la República de los Iguales. La organización de la igualdad real, la única que responde a todas las necesidades, sin provocar víctimas, sin que cueste grandes sacrificios, puede que de entrada no le guste a todo el mundo.
El egoísta, el ambicioso, temblará de rabia. Los que poseen injustamente clamarán que es injusticia. Los goces exclusivos, los placeres solitarios, los acomodos personales provocarán fuerte rechazo a algunos individuos hastiados de los sufrimientos ajenos. Los amantes del poder absoluto, los viles secuaces de la autoridad arbitraria replegarán con pena sus orgullosas cabezas bajo el nivel de la igualdad real. Su corta visión penetrará con dificultad en la próxima llegada de una felicidad común, pero ¿qué pueden algunos millares de descontentos contra una masa de hombres, todos ellos felices y sorprendidos de haber buscado tanto tiempo una felicidad que tenían al alcance de la mano?
Inmediatamente después de esta verdadera revolución, se dirán extrañados: ¡qué cosa! ¿La felicidad común dependía de tan poco? No teníamos más que quererla. ¡Por qué no la habremos querido antes! Sin duda, con un sólo hombre en la tierra que sea más rico, más poderoso que sus semejantes, que sus iguales, el equilibrio se rompe; el crimen y la desdicha se hacen presentes.

¡PUEBLO DE FRANCIA!

¿En qué signo, a partir de ahora, debes reconocer la excelencia de una constitución?...
Aquella que, en su totalidad, reposa sobre la igualdad de hecho es la única que puede convenirte y satisfacer todos tus deseos.
Las constituciones aristocráticas de 1791 y de 1795 remachaban tus cadenas en lugar de cortarlas. La de 1793 era un gran paso hacia la igualdad real; nunca antes nos habíamos acercado tanto a ella; pero aún no llegaba al objetivo y no acometía en absoluto la tarea de la felicidad común que, sin embargo, consagraba solemnemente como un gran principio.

¡PUEBLO DE FRANCIA!

Abre los ojos y el corazón a la plenitud de la felicidad: reconoce y proclama con nosotros la República de los Iguales.


20090116

¿Qué es una bandera?



Una tentativa de presentar una perspectiva internacionalista sobre la actual situación en Cisjordania tras el ataque israelí a la franja de Gaza.






Este artículo apareció inicialmente publicado en el "sitio" israelí de Indymedia, así como en la Web (también en inglés) Libcom.org . Lo ha escrito un compañero en Israel que, a pesar de encontrarse en una posición extremadamente minoritaria, siente la necesidad de denunciar la fiebre patriótica que asola Israel/Palestina tras el ataque israelí en Gaza. Su decisión de dar a conocer finalmente esta declaración se debe, en parte, al hecho de que numerosos participantes en dicho foro Libcom (entre los que se cuentan el propio colectivo Libcom, la CCI, así como el EKS, grupo de la Izquierda comunista en Turquía) le hemos mostrado nuestra solidaridad y le hemos animado a hacerlo. Se trata, sin duda, de una modesta aunque significativa contribución, a la emergencia de una verdadera oposición al nefasto nacionalismo que habitualmente se adueña de todo el Oriente Medio.
WR, 10/1/09.

Mucha gente en Israel recordará una cosa de las protestas del sábado 3/1/2009: que los organizadores acudieron a la Corte Suprema para tener garantías de que se les permitía utilizar una bandera palestina.
Estoy desde luego a favor de que cualquiera pueda ir a todas partes con la bandera que quiera o sin bandera. Pero cabe preguntarse. ¿Por qué llevar la bandera de Palestina que es la que anteriormente utilizaba la OLP?
El objetivo de estas protestas es, presuntamente, el de que detener el ataque a Gaza. ¿Qué tiene que ver la bandera palestina con eso? Se nos dirá que: "Bueno. Es un apoyo a la Resistencia palestina" A esa respuesta yo le replicaría: "¿De que resistencia palestina estamos hablando?". En la franja de Gaza los palestinos más sensatos desean mandar al diablo la zona atacada, no resistir los incesantes bombardeos. Y ¿hasta donde habría que resistir esos bombardeos? ¿Hasta poder hacer señales a los combatientes que entran?
Esta bandera representa el nacionalismo palestino, de la misma forma que la bandera israelí representa el nacionalismo israelí. Ahora muchos de los lectores de esta "Web" asociaran probablemente el nacionalismo israelí con la violencia, la opresión, y con el delgado velo que utilizan los capitalistas para ocultar su dominación sobre nuestro país. Pero ¿por qué no aplicamos el mismo análisis al nacionalismo palestino?

Como decimos, los palestinos en Cisjordania están siendo brutalmente oprimidos y reprimidos cuando tratan de protestar contra esa misma guerra. ¿Por qué? Porque la Autoridad Palestina no quiere ni oír crítica alguna ni moverse lo más mínimo, porque ha sido subcontratada por Israel para el control de los Territorios Ocupados, y ha hecho de ello su auténtica razón de ser.
Hace apenas unos meses, esos mismos líderes de Hamás que ahora - escondidos en sus bunkers y complejos de seguridad-, apelan con sus discursos a la resistencia a "su" pueblo, se negaron entonces a pagar a los maestros, destruyeron los sindicatos palestinos, y sembraron las calles de víctimas palestinas inocentes cuando se enfrentaron contra sus competidores de Fatah. No dudan tampoco en enviar cohetes contra objetivos seleccionados en asentamientos civiles en lugar de destinar recursos a mejorar verdaderamente la situación de los palestinos sobreexplotados y desempleados.
Mientras protestamos contra el brutal bombardeo de Gaza por parte del nacionalismo israelí, debemos también recordar que el nacionalismo palestino es simplemente menos poderoso, pero no menos brutal. Desgraciadamente la polémica sobre la bandera contribuye a fortalecer el nacionalismo como un ideal, haciendo más fácil descalificar a quien se oponga al gobierno pues le convertiría automáticamente en un partidario del "enemigo".
Por supuesto esto es cínicamente utilizado para justificar el fracaso de tales protestas. Esta movilización había sido convocada por el frente Hadash(1) del Partido Comunista Israelí, para el día anterior del inicio oficial por parte de este partido de la campaña electoral. Y Hadash necesita complacer a su base electoral entre los votantes nacionalistas palestinos del interior de la Línea Verde(2) para mantener su presencia electoral en los próximos comicios frente a las amenazas que representan partidos como los Nacionalistas Seculares (Al-Tajmua3) y el Movimiento Musulmán. Esto, una vez más, nos lleva al terreno nacionalista que es, en definitiva, el terreno capitalista.
Y eso sólo puede conducir a una repetición de ciclos de más y más violencia que no podrán desaparecer hasta que comprendamos que esos nacionalismos no hacen más que nublarnos la conciencia e impedir que nos fijemos en la cuestión esencial: que estamos siendo enviados a matar y a morir, a enfrentarnos, para beneficiar a una gente que no sirve a nuestros intereses sino a los suyos propios. Y esto vale tanto para Israel como para Palestina. Desatad el nudo gordiano del nacionalismo y avanzaremos en la consecución de una mejor vida para todos.


A propósito de las movilizaciones contra la violencia ejercida por el estado israeli, hemos agregado esta foto, donde se observa un grupo de republicanos repudiando una marcha contra la invasión en Irak. Notese el uso del calificativo de "Hippie" para referirse a quienes se oponen a la violencia ejercida por los Estados y el Capital, muy común entre los defensores de la sociedad existente. No esta demás hacer notar cómo el partido de los burgueses, el partido por la perpetuación de la sociedad existente y la justificación de todos sus horrores, no reconoce fronteras ni naciones pero sí fomenta su mistificación, materializada en el fanatismo nacionalista - patriótico - antisemita. Quiza habría que ser menos hippie con estos chanchitos fumadores...

NOTAS

(1) Hadash es un partido político izquierdista israelí que se define como "Partido Judeo-Árabe". Muchos de sus votantes y líderes son ciudadanos árabe-israelíes en Israel. Tiene tres diputados en el parlamento israelí. Extraído de Wikipedia. Nota de la redacción de la página en español de la CCI.

(2) La Línea Verde separa a Israel de Cisjordania. Nota de la redacción de la página en español de la CCI.


Pd.: Las alusiones a la CCI no dan cuenta de la simpatia de quienes sostienen este blog frente a tal organización.