20050618

Algunas consideraciones sobre los hechos que sacuden actualmente a Irak

"Nuestro enemigo está en nuestro propio país. Es nuestra propia burguesía."
Karl Liebknecht, 1915

Desde hace dos años, los análisis sobre lo que sucede en Irak abundan. Se ha dicho, escrito, discutido y publicado absolutamente de todo. Miles de páginas nos han explicado las contradicciones que se viven en el seno del gobierno estadounidense: entre la pareja Chirac-Schröder y su amante Bush, la competencia entre la sociedad petrolera Halliburton y la francesa Total-Elf-Fina, el imperio estadounidense y sus intereses estratégicos, el enfrentamiento entre EEUU y China, el dólar contra el euro, el gas, el petróleo, la jugosa operación de reconstrucción en Irak, la venta de armas de guerra, etc. Pero deberíamos añadir que esta sobredosis de palabras, toda esta propaganda, no refleja más que el terrible atolladero en el cual se encuentra hoy el proletariado (y sus vanguardias) atrapado en los marismas del análisis burgués. Lo esencial nos ha sido escondido, ocultado, enmascarado, travestido: el enfrentamiento entre el proletariado y la burguesía queda encubierto. Se ha consolidado así el discurso dominante, cuya ideología es el anuncio del fin de la historia (de las luchas de clases) y la perpetuación de un capitalismo que los burgueses quisieran ver eterno, únicamente perturbado por los enfrentamientos que se libran entre sí las diversas fracciones propietarias de los medios de producción.
Nuestro punto de partida es radicalmente distinto. Como comunistas, nosotros no analizamos los acontecimientos simplemente para observarlos, sino para transformar la realidad, cambiarla totalmente y poner FIN a esta sociedad de miseria, de guerra y de hambre. Perder el tiempo en describir las angustias de esta sociedad antropófaga, es complacerse en un papel eminentemente pasivo y transformarse en un ayudante de laboratorio practicando la biología del capital, más que participando en su necrología, en su entierro, en su fin brutal. Partir del punto de vista, que nos parece más evidente y esencial, del análisis de la destrucción de aquello que a diario nos consume como proletarios, implica situarse abiertamente en el corazón de los acontecimientos que se desarrollan en Irak como parte activa de esos hechos, como fuerza agitadora, como vanguardia. Afirmamos esto a pesar de que hoy esta palabra asuste y sea en general entendida en su versión leninoide.
Hace casi tres años las tropas anglo-americanas invadían Afganistán en nombre de la "lucha contra el terrorismo", luego le tocó el turno a Irak. Pero en todo este tiempo, no hemos encontrado, en ninguna parte, palabras explicativas sobre la cuestión central: ¿Adónde se sitúa el proletariado en todo este burdel? ¿Qué es lo que hace? ¿Cuáles son las alternativas que enfrenta en su intento por autonomizarse y destruir a todas las fuerzas burguesas? Sobre esto deberían discutir hoy los escasos núcleos proletarios que, en el ambiente nauseabundo de paz social que nos oprime, intentan mantener en alto la bandera de la revolución social. Pero la mayoría de ellos quedan atrapados en la problemática si tal o cual la contradicción interburguesa es o no fundamental. Y al afirmar esto, no hemos considerado todavía lo peor: la incapacidad de un gran número de proletarios de percibir en estos acontecimientos la lucha de nuestros hermanos de clase. La más miserable indiferencia con respecto a esta nueva masacre de proletarios se une el eurocentrismo y su correspondiente racismo. ¿Cuántas discusiones se pierden en el análisis sociologizante reduciéndose a saber si en Irak existe o no algo a lo que pueda llamarse proletariado? Con esto se olvida apresuradamente la unicidad del modo de producción capitalista, su carácter mundial desde hace más de cinco siglos, análisis que hemos expuesto en varios artículos de esta misma revista, y que dejan caducas las elucubraciones acerca de que en Afganistán, Estados Unidos busca desarrollar un modo de producción capitalista y que ello sería la causa de la invasión. Como también quedan caducas las ideologías que sostienen que en toda esa región el proletariado no existiría y que en ella solo existirían una serie de tribus y modos de producción particulares como el feudalismo. Argumentos escuchados tantas veces y que impiden una verdadera discusión sobre las necesidades reales de nuestra clase y las respuestas a aportar, pues lamentablemente se encandilan con los modos de producción inmediatos -a menudo herederos de antiguas estructurras precapitalistas (que han mantenido ciertas formas antiguas), sin percibir hasta que punto aquellos se encuentran subsumidos en el modo de producción capitalista. Olvidar que el capitalismo es el único modo de producción que en la historia de los hombres ha logrado someter a todos los otros modos de producción, es caer en las ideologías socialdemócratas que socavan, hoy como ayer, el campo del proletariado y lo sumergen a menudo en falsas respuestas. Un ejemplo de ello es el sostén a las luchas de liberación nacional, una de las formas más vulgares e imbéciles de antiyanquismo. Descubrir en 2004 que el capitalismo es mundial –caso de Attac, El Mundo Diplomático o José Bové- es reírse en la cara de nuestra clase, de su historia y de las rupturas que ha operado con el mundo del capital. Ya en 1867, Marx escribía en el capítulo IV del primer tomo del Capital (insistimos, 1867): "La circulación de mercancías es el punto de arranque del capital. La producción de mercancías y su circulación desarrollada, o sea, el comercio, forman las premisas históricas en que surge el capital. La biografía moderna del capital comienza en el siglo XVI, con el comercio y el mercado mundiales". Sin comentarios.
Compañeros, salgamos de esa ciénaga ideológica del análisis burgués para tomar verdaderamente el camino de la revolución social y plantearnos los problemas que nuestra clase necesita resolver. Bajemos de los balcones ideológicos del falso saber para retomar nuestro lugar en el seno de las luchas de clase y tomar los eventos que se desarrollan en Irak sin los lentes deformantes con los que esta sociedad en descomposición quisiera que los viéramos. Para hacer caminar la historia sobre sus propios pies, proponemos hacer una rápida aproximación a lo que ha ocurrido en esa región del Medio Oriente, tan rica en luchas.
oOoPese a toda la propaganda efectuada para hundirnos en el olvido debemos remarcar que, desde hace décadas, el Medio Oriente y el Oriente Próximo constituyen un verdadero polvorín social. Uno de los criterios principales de intervención, de todas las burguesías en esta área geográfica, ha sido el permanente intento de estabilización. Sin ir más lejos, podemos definir un ciclo de lucha que se inicia en la década de los setenta y cuyo punto álgido fue el año 1979, momento de un levantamiento proletario generalizado en Irán. De un golpe era barrido el cuarto ejército mundial, el ejército del Sha y sus terroríficos servicios secretos. Un levantamiento que la burguesía local tuvo dificultades en contener, pese a haber recurrido durante varios meses a diferentes pretendientes al trono. Finalmente debió hacer un llamado a una de la fracciones más radicales de la socialdemocracia, adornada con los colores locales del turbante de los ayatolás, único medio que permitió quebrar el potente movimiento de lucha. La guerra lanzada por Irak y sostenida por todas las fracciones burguesas del planeta (de la URSS a Francia, pasando por los EEUU e incluso Israel) ha venido a rematar este trabajo, sosteniendo a los ayatolás en su innoble obra contrarrevolucionaria, alistando a los proletarios en la defensa de la patria, del islamismo, del panarabismo. He aquí, de manera muy sucinta, como los burgueses del mundo están unidos, como todas sus fracciones se unifican para hacer frente a una sola pesadilla que no ha cesado nunca de aterrorizarlos: la revolución social, el derrumbe de su sistema de muerte.

Es en este tipo de acontecimientos, como en las insurrecciones parisinas de 1871 o en la Rusia de 1917, cuando podemos constatar la materialización de un verdadero estado mundial del capital, en base al proceso de reagrupamiento de todas las fracciones de la burguesía en pos de la defensa general del sistema, de su reproducción sobre bases cada vez más amplias, concentrándose siempre en un punto de gravedad en torno a las estructuras estáticas preexistentes. Cuando la revolución social golpea con toda su fuerza la puerta de la historia, todas las fracciones explotadoras olvidan (por un tiempo, evidentemente) sus intereses inmediatos y se posicionan tras la fracción más capacitada para defender los intereses del capitalismo contra los asaltos del proletariado. El estado mundial es, efectivamente, ese proceso, ese movimiento de reafirmación permanente del monopolio de la violencia de clase, de lucha interfracciones y unificación generalizada frente al enemigo histórico. En cada fase afirmativa, el estado mundial se define con más fuerza, expresando cada vez en forma más explícita la organización del capital como potencia dominante exclusiva, como fuerza de explotación que, para asegurar el orden social mundial, requiere de niveles cada vez más delirantes de monopolización de la violencia en manos de la burguesía y en particular de su fracción más potente. En tanto que estado mundial, el capital teme a la catástrofe permanente que él mismo genera, pues ésta provoca inevitablemente reacciones violentas, armadas, no controladas. Reacciones que le es indispensable vencer para mantener su dominación. En esos casos resulta evidente la dificultad de razonar en términos de país: el proceso que lleva a una fracción burguesa, más decidida, a imponer el orden en una región socialmente perturbada, supera a menudo la división burguesa comúnmente admitida entre los estados. Podemos afirmar que en el seno de los Estados Unidos, es decir, al interior de estructuras como el Departamento de Estado, el Pentágono, la CIA, la Fuerza Aérea o el ejército, se afirma hoy una fracción burguesa más decidida que las otras a tomar el papel de gendarme mundial, apoyada por todas las otras fracciones, incluso por aquellas con las que se encuentra en competencia. Durante la guerra Irán-Irak, y pese a la existencia de dos bloques, todas las fracciones, incluso aquellas que ayer se declaraban enemigas, guardaron -por un tiempo- sus diferencias dentro del armario a fin de hacer frente a un proletariado que, no olvidemos, venía de derrocar a uno de los gobiernos más poderosos del planeta: el régimen del Sha.
Los diez años de duración de esa matanza sin nombre fueron similares a la carnicería humana de 1914-1918. Inevitablemente, como durante aquella masacre, esto generó contradicciones: las deserciones, el rechazo a combatir, las huelgas y los motines se expandieron como una epidemia empujando a los proletarios bajo uniforme a unirse, a fraternizarse, para hacer frente a los dos ejércitos. Fue lo que sucedió por ejemplo en la Península de Fao, del lado de Basora, y de las montañas del noreste de Irak alrededor de la región de Halabya. La respuesta de los burgueses estuvo a la altura del rechazo de los proletarios a sacrificarse por una causa que no era la suya: represión, aprisionamientos, fusilamientos, raptos y bombardeo químico (1). He aquí lo único que puede ofrecer este mundo moribundo a aquellos que no quieren someterse a sus necesidades antropófagas. Esta situación no podía durar eternamente. La paz entre los dos beligerantes fue necesaria para calmar a los proletarios de ambos lados de la frontera, pese a que el epicentro del movimiento de descontento se había desplazado de Irán hacia Irak, donde el régimen de Saddam Hussein tenía cada vez más dificultades para retener la bronca que subía contra él y contra los sacrificios que la innoble patria asesina había, durante diez años, reclamado a los proletarios, ahora exhaustos. La solución para mantener esta bronca fuera del enfrentamiento social fue rápidamente encontrada: desviar esta sobrecarga de miseria y rabia hacia uno de los vecinos ricos de Irak y dejar a los miserables saciar su ira contra la burguesía y su guerra, participando como mercenarios en el pillaje del rico Kuwait. La continuación se conoce. Invasión de Irak al Emirato con la bendición del estado de Estados Unidos, que paralelamente buscaba, hacer marcar el paso a los proletarios, conformando la coalición más formidables desde de la II guerra mundial. Ese fue el precio del reordenamiento en la región. El primer objetivo de la fracción burguesa que dirigía la Coalición era terminar, de una vez con todos esos proletarios que, armas en mano, desafiaban desde hacía mucho tiempo la autoridad de los explotadores; el segundo, deshacerse de Saddam Hussein y su fracción quienes se habían mostrado incapaces de asumir plenamente ese trabajo. Pese a los 500.000 guerreros armados hasta los dientes y la formidable fuerzas aérea y naval que concentró, la coalición no logró apoderarse de Bagdad. Los proletarios retomaron nuevamente su camino de clase volviendo sus armas en contra de sus propios oficiales. Basora, Bagdad, Sulemania y otras ciudades se insurgieron contra la burguesía. Aparecieron las shoras o consejos, formas de auto-organización de nuestra clase, que de un golpe echaron por tierra todos los sueños de la Coalición y sus planes guerreros. Frente a su incapacidad para reprimir la insurrección generalizada, la Coalición dejó en el norte a los nacionalistas kurdos y el resto de Irak a Saddam Hussein. La Guardia Republicana, que había milagrosamente quedado intacta en los bombardeos aéreos, tuvo carta blanca de la Coalición para una nueva ola represiva contra el proletariado insurrecto.
Pero en la historia de la lucha de clases no hay ni azar ni milagro. Si los aviones de la coalición no habían derramado sus toneladas de bombas mortales sobre dicho cuerpo armado especializado en el mantenimiento del orden social burgués, es porque sabía que éste podía ser necesario en el caso de una sublevación masiva. La insurrección generalizada confirmaba que el cálculo había sido correcto: la Guardia Republicana era indispensable. Este escenario había sido lógicamente examinado por la burguesía mundial en sus diferentes planes. ¿Quién pretende que nuestros enemigos son estúpidos? Infelizmente para nosotros ellos conocen sus intereses generales y sucede a menudo que reflexionan en términos de clase. Era necesario dejar a Saddam Hussein en el gobierno y reintentar, en una próxima ocasión, implantar los sanguinarios planes de conquista establecidos por el Pentágono y la ONU.
Los explotados pagaron caro haber osado tomar las armas e impedir a la fracción más decidida de la burguesía mundial de reimponer el orden bajo la máscara de la Coalición en Irak. Luego del millón de muertos de la guerra Irán-Irak y otro millón de muertos debidos a la guerra, a los bombardeos aéreos y a la represión de 1991, los diez años que siguieron no fueron más dulces para nuestros hermanos de clase. Un gigantesco embargo fue decretado por esa guarida de criminales que es la ONU, matando a fuego lento a centenas de miles (siendo los niños los más afectados). En total, un nuevo millón de muertos iría a parar los cementerios. Paralelo al embargo, los bombardeos aéreos continuaron, pero ésta vez bajo la etiqueta de la cobertura humanitaria. ¿Será solo una casualidad que militarismo rime con humanitarismo?. El embargo se consolidó día tras día con la ayuda de la aviación anglo-americana, quien había derramado en Irak, después de 1991, casi la misma cantidad de bombas que en Alemania durante la segunda guerra mundial. Eso permitió a Saddam Hussein y a su camarilla consolidar su influencia sobre el proletariado, ya que éste no podía comer otra cosa que aquello que el gobierno iraquí (con la ayuda de los carroñeros de la ONU) distribuía bajo forma de ración, ya que el mercado negro era algo inalcanzable para los miserables. El hambre fue un arma terrible en manos de la burguesía que usó y abusó de ella para destruir y someter a nuestros hermanos de clase en lucha. En el norte del país, donde nacionalistas kurdos e islamistas se daban la mano para aplastar al proletariado, la política de cambiar armas por comida fue sistemáticamente organizada con la bendición de la ONU, de los Estados Unidos y de las ONGs presentes en el lugar. Esta política arrinconó a cada proletario poniéndolo frente al dilema de dejar su fusil para comer, como le aconsejaban hábilmente todos los humanitaristas y otros derechodelhombristas presentes en el lugar, o a servirse de su arma para obtener aquello que él y su prole necesitaban.
Después de haber hambreado y bombardeado a los proletarios durante años con el silencio cómplice de los medios, los estrategas del Pentágono declararon, luego de los acontecimientos del 11 de septiembre del 2001, que había llegado el momento de terminar con ese absceso, verdadera pústula de inseguridad y subversión. Una nueva invasión, que seguía la huella de aquella de Afganistán, fue planificada. La arrogancia, de quienes hoy se consideran los dueños del mundo, es tan increíble que el ministro de la guerra de EEUU, Donald Rumsfeld, hizo el anuncio de que con menos de un décimo de la Coalición anterior, las tropas estadounidenses desfilarían por Bagdad en sólo algunas semanas. Mucho más prudentes, los militares del Pentágono despacharon cerca de 200.000 hombres en una coalición, formalmente menos amplia que la de 1991, aunque tras el espectáculo cinematográfico efectuado por la pareja Chirac-Schröder y su acólito Putin, todas las fracciones burguesas del planeta estaban fuertemente asociadas al sherif Bush en pos del objetivo primordial de la operación: restaurar el orden en esa región. No faltó un sólo explotador a esa cita bélica contra el proletariado, como tampoco ni uno de ellos (incluso los que anunciaban escandalosamente su oposición a la guerra) hizo algo en serio para detener el conflicto. Así, el espectáculo de la supuesta oposición a la guerra no impidió a Chirac organizar, junto con las tropas de EUA, el sobrevuelo del espacio aéreo francés por las fortalezas volantes B52, las cuales partían directamente de los aeródromos situados en Gran-Bretaña para derramar sus toneladas de bombas sobre las ciudades y sobre los barrios obreros de preferencia. Mientras tanto el estado alemán, que pregonaba una política pacifista, contribuía discretamente aportando millones de euros para llevar a cabo la operación de policía maquinada por las tropas anglo-americanas. Juego de equilibrista que permitió el triunfo en las elecciones legislativas del canciller SPD Schröder junto con sus aliados ecologistas, surfeando así sobre la ola pacifista que en ese momento estallaba en Europa, y tomando a cargo una parte substancial de los 230 millones de dólares que envía la Unión Europea a Irak, bajo la cobertura de ayuda humanitaria. Por su parte, Putin recibió la autorización del gendarme mundial, para reimponer, a su vez, el orden en Chechenia, una especie de carta blanca total otorgado al terrorismo de ese estado, a cambio de su apoyo diplomático y muy discretamente militar en la versión II de la guerra del golfo (2). En fin, el espectáculo contra la guerra no podía estar completo sin la puesta en escena de las votaciones a repetición en la ONU y las mediáticas tomas de posición de su secretario general Koffi Annan, quien al mismo tiempo de la publicación de sus resoluciones preparaba la invasión de Irak recolectando informaciones ultra-confidenciales bajo la cobertura de la ayuda humanitaria. Este espionaje dirigido discretamente por los agentes de la ONU, presentes en el lugar, dentro del cuadro de ayuda a las poblaciones civiles, y transmitido directamente a la CIA, hoy ya no es más que un secreto a voces.
Esta segunda intervención en Irak no era solo una guerra generalizada entre diversos capitalistas enfrentándose para conquistar el mundo y eliminar a sus adversarios en una corrida loca, sino que se asemeja furiosamente a una operación policial como aquellas que ocurren a diario en la ciudades de São Paulo y Río de Janeiro, donde los escuadrones de la muerte pagados por ricos comerciantes eliminan con facilidad a niños, jóvenes proletarios que bautizan como delincuentes para poder liquidarlos con mayor facilidad. Igual que los policías cariocas o paulistas, los militares de Estados Unidos fueron llamados a reponer el orden a un nivel superior en una región donde la inestabilidad social se había convertido en un problema demasiado importante. He aquí, salvo diferencias en la manera de proceder, el objetivo que persigue el estado mundial detrás del cual se encuentra toda la burguesía coaligada. Mientras unos, seguros de su fuerza, decidieron ir a la guerra pasándole por arriba a las resoluciones de la ONU, los otros prefirieron acudir al lugar bajo la bandera azul del humanitarismo y del derechodelhombrismo, esperando evitar a toda costa el nacimiento de una guerrilla que pudiera desestabilizar completamente la región, cuestión que en caso de victoria de las tropas de invasión, podía repercutir socialmente en el mundo entero. Es por ello que Chirac, Schöder, Putin y Annan hicieron bloque tras el equipo Bush, esperando secretamente ver a los republicanos estadounidenses morder el polvo y ser reenviados a la oposición parlamentaria durante las siguientes elecciones presidenciales estadounidenses. Cifran su esperanza en que un demócrata se convierta en presidente y calme el ambiente jugándose todo sobre Irak, pero bajo la bandera de la ONU. Es evidente que este tema amerita un desarrollo más profundo, pero todo esto sobrepasaría el objetivo que esta corta contribución se ha fijado.
Pero esta vez militares y humanitaristas no se habían equivocado. La operación policial fue dirigida sin rodeos, las cuatro semanas del conflicto fueron una verdadera paseata, pese a los obstáculos encontrados y a los 55.000 civiles asesinados bajo el innoble vocablo de "daños colaterales". Las tropas estadounidenses no se privaron de tirar sobre todo lo que se movía. Las órdenes del alto mando eran explícitas: disparar primero y después verificar.
Del campo de batalla desaparecieron súbitamente el ejército iraquí y sus fuerzas especiales, dejando la vía libre a las tropas anglo-americanas en su entrada a Bagdad. La relativa facilidad de las tropas de invasión para atravesar, casi sin tropiezo, todo el país, de norte a sur, probaba una sola cosa: que los proletarios movilizados en Irak, alistados, preparados en los cuarteles y enviados al frente para sacrificar su vida bajo el altar de la patria, se negaban a hacerlo. Como durante la guerra Irán-Irak de los años 80 y como en la primera guerra del golfo, el proletariado en Irak dio, una vez más, el ejemplo a sus hermanos del mundo entero al negarse a combatir en favor de sus propios opresores. Esta actitud admirable no ha sido resaltada por nadie, en todo lo que hemos tenido ocasión de leer sobre estos acontecimientos (3). Este pequeño "detalle" dice mucho más que cualquier análisis sobre el estado de espíritu del proletariado en ese momento. He aquí porque Saddam Hussein ha perdido la guerra, no a causa de supuestas o probadas traiciones de sus colaboradores o cómplices, sino simplemente porque la carne de cañón de las guerras, los proletarios -habitualmente tan dóciles- se negaron a pelear, se negaron a morir por intereses que no eran los suyos. Es así como unidades enteras se auto-disolvieron en sólo algunos minutos sobre los bordes de las rutas abandonando insignias, uniformes, oficiales, zapatos, vehículos y carros para volverse civiles, pero -es importante resaltarlo- tomando cuidado en guardar sus armas. Así, los proletarios desertaron, pero armados, y volvieron a sus casas para ver que iba a pasar.
Un segundo acontecimiento interesante merece ser subrayado, dejando de lado todas las peripecias militar-diplomático-políticas con las que nos bombardean los medios y que son totalmente ininteresantes a los efectos del análisis aquí realizado, nos referimos a la manera cómo nuestros hermanos de clase acogieron a aquellos que pomposamente se habían auto-proclamado los "liberadores del nuevo Irak". No hubo nada de la eufórica alegría que Europa occidental había conocido durante el paso de las tropas anglo-americanas luego de la retirada de los alemanes en 1945. Pese a la falsa propaganda hecha a los milicos estadounidenses, los "liberadores" fueron acogidos con poquísimo entusiasmo. ¡Fue con enorme desconfianza que los proletarios de ese país recibieron a las tropas de la coalición!. Aquellos tienen demasiado fresquito en su cabeza que quienes dicen, venir a liberarlos, apoyaron durante décadas a Saddam Hussein. Recuerdan muy claramente que en 1991, después de haberlos incitado a levantarse contra Saddam, los "liberadores" actuales frenaron su ofensiva para permitirle a las fuerzas represivas de ese mismo Saddam hacer su trabajo. Apenas las tropas de invasión se deshicieron de las últimas bolsas de resistencia, centenas de miles de proletarios se arrojaron a las calles, pero no para aplaudir a sus "liberadores", sino, por el contrario, para saquear todo lo que representara al detestado poder del Partido Baas y de Saddam Hussein. Y los condenados de la tierra no se detuvieron allí. El pillaje fue general: desde los palacios presidenciales a los cuarteles pasando por los ministerios. También fueron tomadas las residencias de los ricos, así como las mezquitas. Como prueba tenemos el llamado, ampliamente difundido, de un oscuro "comité supremo de la revolución islámica" que reagrupa a la mayoría de imames y que pedía "humildemente a los fieles de devolver todo aquello que fue saqueado". Los imanes explicaron estos acontecimientos como "un momento de extravío" por parte de los fieles. Estos vendedores de opio ideológico olvidaban que en 1991 los proletarios insurrectos de Najaf y en Karbala utilizaban esos burdeles que ellos llaman "lugares santos" para mear; lo que muestra toda la consideración que nuestros hermanos de clase sienten por esos vendedores de paraíso adulterado. Pese a las pocas informaciones que se filtran desde esta región, podemos afirmar que hoy en día muy pocos de los objetos pillados fueron restituidos, demostración suplementaria de los límites actuales de la influencia que estas fuerzas de la burguesía, que son los islamistas, ejercen sobre el proletariado en Irak.
Esperando calmar la rabia del proletariado, las tropas ocupantes no se atrevieron a impedir los pillajes, sino que se limitaron a preservar todo aquello relacionado con el famoso ministerio del petróleo: pozos, oleoductos, refinerías, terminal marítimo, depósitos, camiones de transporte, etc. Sin duda, la fracción reagrupada en torno a Bush hijo quiere hacer el sucio trabajo de la represión al servicio de los intereses del capital en su conjunto, pero no por ello olvida sus intereses más inmediatos ligados al petróleo y al armamento, cuestión que tiende a enfadar a sus competidores, quienes a su vez no se cansan de recordar, al equipo de Bush, sus propios intereses. Con continuidad dialéctica, podemos decir que es únicamente aquí donde se encuentran las disensiones -sobreanalizadas por toda una serie de grupos que se reclaman de la revolución social- entre los burgueses de Halliburton y BP (British Petroleum), los de la Total-Elf-Fina y las sociedades rusas y chinas de petróleo que habían firmado acuerdos de exclusividad de explotación del subsuelo iraquí antes de la guerra. Por el "respeto a la propiedad privada" pero bajo la cobertura del "derecho de las gentes" y otras pamplinas jurídicas, Chirac y sus consortes recordaron a las tropas ocupantes que ellas no pueden permitir que los proletarios ataquen impunemente a los burgueses y su propiedad. Una apariencia de orden fue reestablecida a punta de metralleta y cuando eso no fue suficiente fue con armas de artillería que las tropas ocupantes recordaron quiénes eran los dueños. Pero la arrogancia de los dirigentes estadounidenses era tal, que no fueron capaces de prever que serían incapaces de controlar una situación que, sólo algunos días después de haber conquistado Bagdad, se les escapó de las manos. Dopado por una victoria demasiado fácil, Donald Rumsfeld, en contra de la opinión de una serie de especialistas en la pacificación social (tales como Bernard Kouchner quien estaba listo para "sostener a los americanos" y "ponerse al servicio de Irak libre"), disolvió por decreto no solamente el Partido del Baas y el gobierno de Saddam Hussein, sino también el ejército iraquí e incluso la policía. Fue así como provocó un gigantesco caos que los saqueos y las ocupaciones de edificios oficiales por centenas de familias despojadas ayudaron a generalizar. Todo aquel que creyó en el discurso oficial de los ocupantes sobre el "nuevo Irak", el "fin de la dictadura", la "democracia"... sufrió una terrible desilusión.

Seguros de una victoria fácil y con una colosal capacidad de golpear a disposición, las tropas de EUA no se imaginaron entonces que alguien intentaría levantar cabeza. En el Pentágono los problemas que engendraron el pillaje y el caos fueron considerados como epifenómenos que rápidamente entrarían en orden, apenas el poderío del ejército estadounidense decidiera ponerles fin. Fue por ello que los estrategas, a cargo de la invasión, no planificaron "el después" de la guerra. Pensaron que, después de la golpiza que el ejército de Saddam Hussein recibiría, todo el mundo iba a cerrar la boca y todo entraría en orden. Nuevamente no contaron con la determinación de los proletarios a no someterse. Durante el verano las manifestaciones se transformaron rápidamente en motines que estallaron por todas partes. Así sucedió en Basora los días 10 y 11 de agosto del 2003 cuando varios soldados británicos fueron masacrados por una multitud hastiada con la idea de vivir bajo un nuevo yugo, en una situación de miseria que no para de crecer. Las mismas causas producen los mismos efectos, miles de proletarios salieron a las calles en Falluya, Ramadi, Mossul exigiendo a las fuerzas de ocupación el reestablecimiento de la electricidad, del agua, de las rutas y de la comida. En pocas palabras, todo aquello que es imprescindible para subsistir luego de una guerra. La única respuesta de las tropas anglo-americanas fueron los arrestos y la dispersión de los amotinados a tiro limpio. Sólo algunos comandantes, un poco más listos, se dieron el trabajo de volver a poner en funcionamiento un mínimo de infraestructura. Rápidamente las tropas de ocupación reconocieron haber aprisionado a más de 10.000 personas por "atentado contra el orden civil". Sin embargo, nada de eso fue suficiente para calmar a las masas proletarias. Desde principios del año 2004, cada vez más desocupados se organizan para manifestarse a través del país. Así, el fin de semana del 10 al 11 de enero del 2004 en Amarah, miles de proletarios protestaron para pedir mejoras en las condiciones de existencia y terminaron por transformar su desfile en revuelta, atacando a los responsables inmediatos de su situación miserable: la alcaldía y el Cuartel General del primer batallón de infantería ligera británica. Los policías iraquíes y las tropas inglesas no dudaron en tirar contra el grueso de los manifestantes dejando un pesado balance: más de 6 muertos y decenas de heridos.
Mientras el discurso oficial del "nuevo Irak" afirmaba que todas las infelicidades, todos los males de los que sufrían los iraquíes eran consecuencia de la codicia del régimen de Saddam, la realidad que vive hoy el proletariado es aún peor que entonces. A menudo falta comida y ello pese a los grandes flujos de mercaderías que se tiran sobre las veredas de las grandes ciudades después que las fronteras se han reabierto al comercio. No hay trabajo, y por lo tanto no hay salarios, se ha incrementado el estado de miseria en el cual gran parte de la población se debate desde hace varias décadas. Oficialmente las tasas de desocupación se aproximan actualmente al 70% de la población activa. La disolución del ejército ha acelerado el proceso de pauperización, ya que son miles de familias que se ven afectadas por la supresión de esos salarios. Todo ello sin hablar de las infraestructuras destruidas y de las desnacionalizaciones/privatizaciones que fuerzan todavía más a los proletarios a la desocupación, a la miseria. No hay que asombrarse entonces de que ciertos proletarios tomen las armas contra las tropas anglo-americanas y se decidan por la guerrilla o incluso la reapropiación social a gran escala para sobrevivir. Sabotajes, ataques y pillajes de convoyes, voladuras de oleoductos, atentados contra los milicos en patrulla, contra las refinerías, se desarrollan por doquier, provocando como respuesta represalias, muchas veces indiscriminadas, dirigidas siempre con más violencia y arrogancia por las tropas de Estados Unidos y las otras fuerzas ocupantes. Esta situación provoca a su vez el descontento y una reacción de rechazo generalizado contra las tropas de ocupación. Los blancos golpeados testimonian la resistencia de los proletarios locales a someterse dócilmente. Vale la pena que nos detengamos un instante en este punto como forma de comprender mejor lo que realmente pasa en Irak.
No pasa un día sin el anuncio de que un soldado estadounidense ha explotado sobre una mina o ha sido liquidado en una emboscada. Lo mismo ocurre con los policías locales del "nuevo Irak" que ven muy a menudo sus edificios tomados como blanco, de preferencia el día de pago, cuando todos se encuentran reunidos. En este caso el objetivo es perfectamente comprensible y la situación no es diferente respecto a los otros ataques que, desde que la ocupación comenzó, se dirigen contra todos aquellos que pueden representar la imposición del orden a los proletarios de esta región. Recordemos que uno de los primeros ataques estuvo dirigido contra la embajada de Jordania el 7 de agosto de 2003. Poco tiempo después, en el transcurso, del mes de octubre, se supo que el estado de Jordania, con la discreta ayuda de los servicios secretos franceses y alemanes, había recibido la ingrata tarea de contribuir al orden de la región formando 30.000 policías en apenas 8 semanas. No puede entonces asombrarnos que sus edificios hayan sido blanco de un atentado. El 19 de agosto el cuartel general de la ONU es tomado como objetivo, matando al jefe de la misión en Irak Sergio Vieira de Mello, así como a la mayoría de sus colaboradores. ¿Acaso es necesario recordar la ira de los proletarios frente a esta institución mundial que ha organizado durante años la hambruna, y que hoy participa con fuerza en la instauración del orden en Irak? Diez días más tarde, el 29 de agosto, le tocó el turno del dirigente del Consejo supremo de la Revolución islámica en Irak, el ayatolá Al Hakim, liquidado en un atentado en Nadjaf. El 2 de septiembre, nuevo atentado contra el cuartel general de la policía de Bagdad, destruyendo la oficina de su jefe Hassan Ali. El 20 de septiembre se produce el asesinato de Akita Al Hachimi, baasista muy conocido que trabajaba junto con Tarek Aziz en el ministerio de Asuntos Extranjeros de Saddam Hussein y que el 2 de septiembre había sido nombrado por los Estados Unidos como miembro de la autoridad iraquí provisoria. El 18 de septiembre, nuevo ataque contra la refinería Baïji, la más grande del país, bloqueando durante varios días la exportación del petróleo. El 23 de septiembre, nuevo atentado contra el Cuartel General de la ONU que, pese a los discursos de Koffi Annan anunciando la partida de sus hombres después del primer atentado, había todavía dejado en el lugar a 4.000 funcionarios, la mayoría de origen iraquí, para continuar su sucio trabajo de pacificación. El 10 de octubre, ejecución de José Antonio Bernal, sargento-jefe de la aviación española, pero en realidad agente del servicio de información español (CNI). Siete otros agentes de información fueron liquidados, algunas semanas más tarde, obligando a que el 29 de noviembre el gobierno de Aznar cerrara su embajada y repatriara a una serie de civiles y de diplomáticos que también trabajaban en la pacificación del país. El 12 de octubre, un coche con explosivos explota delante del hotel Bagdad que hospeda principalmente a miembros de la CIA, a miembros del gobierno iraquí provisorio, así como a toda una serie de hombres de negocios estadounidenses llegados para hacer "buenos negocios" a costas de la miseria de nuestros hermanos de clase. El 23 de octubre, en el mismo momento en que el Pentágono pretendía hacer un llamado al ejército turco, para que reprimiera la rebelión en Irak, un coche bomba explotó ante la embajada de ese país. El 27 de octubre es Paul Wolfowitz, número 2 del Pentágono después de Donald Rumsfeld, quien escapa por poco a la muerte; varios mísiles se estrellan contra la fachada del hotel Al Rachid donde él se hospedaba. El 3 de noviembre, tres explosiones golpean al Cuartel General del ejército estadounidense en Bagdad. El 12 de noviembre, explosión de un proyectil delante del tribunal de Rassafa al este de Bagdad. Desde entonces muchos jueces han sido liquidados. El 21 de noviembre, ataque con mísiles contra el ministerio del petróleo y el Hotel Sheraton, donde un civil estadounidense (4) que trabajaba para Halliburton es gravemente herido. En diciembre se sabía que Paul Bremer, responsable en jefe de la pacificación en Irak, había escapado hasta la fecha a dos atentados. Y el viernes 19 de diciembre es el turno de Ali Al-Zalimi, alto dirigente del Partido Baas, responsable de la represión durante el levantamiento de 1991, quien es linchado por manifestantes en Nadyaf (5).
Podríamos ampliar indefinidamente esta lista, pero ello no añadiría nada a lo que decíamos más arriba: todo el aparato, los servicios, los órganos, los representantes del estado mundial, que se encuentran en el lugar, son sistemáticamente elegidos como objetivo. Lejos de ser actos ciegos, esta resistencia armada tiene una lógica si hacemos el esfuerzo de salir de estereotipos y de la falsa propaganda ideológica que los burgueses nos proponen como única explicación de lo que pasa en Irak. Detrás de los objetivos, así como en la guerrilla cotidiana dirigida contra las fuerzas de ocupación, se pueden percibir designados los contornos de un proletariado que intenta luchar, organizarse, contra todas las fracciones burguesas que han decidido imponer el orden y la seguridad capitalista en la región, aún si todavía es extremamente difícil juzgar el grado de autonomía de nuestra clase en relación con las fuerzas burguesas que intentan encuadrar la rabia de nuestra clase contra todo aquello que representa al estado mundial. Los actos de sabotajes, atentados, manifestaciones, ocupaciones, huelgas... no son hechos de islamistas o de nacionalistas panárabes. Dicha interpretación es demasiado simplista y va en el sentido del discurso dominante que quiere encerrar nuestra comprensión en una lucha entre "el bien y el mal", entre "los buenos y los malos", un poco como en una película de cowboys, eliminando una vez más la contradicción mortal del capitalismo: el proletariado.


Un ejemplo ilustrará mejor la contradicción que vive el proletariado. Esto ocurrió en Duluya, un pueblito situado al norte de Bagdad en el famoso "triangulo sunita". Desde que la ocuparon, en marzo de 2003, las tropas militares son regularmente objeto de ataques a tiros tanto contra sus convoyes, como contra sus hombres. Como reacción decidieron arrasar con varios miles de palmeras que proporcionaban dátiles y que bordeaban las rutas de la región. Circularon rumores sobre una misteriosa organización baasista que habría sido la causante de esos ataques sistemáticos. Eso fue lo que la prensa árabe resaltó en sus columnas, mientras que el periódico israelí Ha’aretz explicaba que esos misteriosos ataques habrían sido la obra de "jóvenes desocupados" que, por 1.000 a 1.500 dólares pagados por organizaciones islamistas, organizaban el ataque contra las tropas de Estados Unidos. Y el diario citaba a uno de esos jóvenes: "Es la mejor manera de ganarse la vida hoy en Irak". Pero, como por azar, después de que las tropas arrasaron las palmeras, para combatir los insurgentes y que decenas de obreros agrícolas fueron privados de esos dátiles, que servían de sustento, los ataques contra los milicos norteamericanos, no solo no disminuyeron, sino que se han vuelto todavía más frecuentes.
Todo va a jugarse en el período que viene, los proletarios que se oponen muy claramente a todas las fracciones mundiales del capitalismo ¿tendrán la fuerza de no hundirse en el islamismo radical, o en el panarabismo que, desde la captura de Saddam Hussein (domingo 14 de diciembre) tiene aires de ir viento en popa? ¿Tendrán nuestros hermanos en Irak la fuerza de no liarse en una guerra popular de liberación nacional? La respuesta no puede venir sólo del proletariado que vive en ese lugar, que, mientras se mantenga tan dramáticamente aislado en su lucha, tendrá dificultades en no caer en los brazos de una o de otra fracción burguesa que intente enrolarlos como carne de cañón bajo uno de sus estandartes. Todo depende de la relación de fuerzas entre el proletariado y la burguesía a un nivel más global, al nivel mundial, y particularmente en los países de origen de las tropas de ocupación. Infelizmente debemos constatar que esto no está a nuestro favor, incluso si nos llegan bocanadas de oxígeno de Bolivia o Perú. La responsabilidad de nuestros hermanos de clase en el mundo, y particularmente en Estados Unidos, Inglaterra, Polonia, España e Italia, es de reaccionar, agitar, organizar y negarse a ser carne de cañón, transformando esta guerra en guerra social contra su propia burguesía.
Sin embargo, no se mueve gran cosa en esos centros de la represión internacional. El proletariado de los Estados Unidos está hundido en un ferviente patriotismo condensado en el famoso slogan support our boys (apoye a nuestros muchachos), que completa para, los "más críticos" una cruzada de carneros llamando al pacifismo más beato. Nos es necesario subrayar que en ese contexto, y a contra-corriente de este ambiente, algunas reacciones interesantes han tenido lugar en la costa oeste de los Estados Unidos, en el momento del inicio de la guerra, reacciones de las que da cuenta un diario francés y que nosotros reproducimos en el recuadro al lado.

Fue en esas manifestaciones, que algunos proletarios blandieron un calicó afirmando "apoyamos a nuestras tropas cuando tiran contra sus oficiales" que aparece en la tapa de esta revista. Magnífica burla al slogan oficial del gobierno llamando a "apoyar nuestras tropas".
Pero si esa inversión del slogan oficial nos parece simpática e indica la vía a seguir en la lucha del proletariado, es forzoso constatar que esa actitud, que expresa con fuerza la posición de siempre de nuestra clase, el derrotismo revolucionario, queda infelizmente aislada en un marisma donde el pacifismo frecuenta el tercermundismo más chato. Incluso dentro de las asociaciones de padres de los milicos, en la punta de la lucha contra la guerra en Irak, todos apuestan más por un equipo demócrata en las próximas elecciones presidenciales -"para traer a nuestros niños lo mmás rápido posible al país"- más que por una acción directa contra el ejército que los envía a "reventar lo árabe". En el seno del ejército de Estados Unidos, mientras que la contradicción se hace más fuerte entre lo que el soldado cree que será cuando está en formación y la prosaica realidad de no ser más que un milico enviado a través del planeta a reprimir miserables de su mismo medio social, son todavía poco numerosos aquellos que renuncian a ser mercenarios (Ver recuadro al fin del texto).
No son los 1.500 militares que desertaron o se negaron a ir a matar a Irak, que pueden inclinar la balanza a nuestro favor. Recordemos que durante la guerra de Vietnam eran oficialmente ¡más de 200.000! Tampoco pueden hacerlo las valientes declaraciones, en medio de la histeria patriotera que reina en Estados Unidos desde los atentados del 11 de septiembre, de algunos desertores que reivindican alto y fuerte el negarse a ir a matar civiles, en la situación de sumisión catastrófica en que se encuentra hoy el proletariado en ese país, en relación a su propia burguesía. Pasa lo mismo con otros estados que envían tropas a Irak y que no encuentran, por el momento, casi ninguna oposición a ello.
Pero estemos seguros, la ocupación sangrienta de Irak no está terminada, las tropas estadounidenses y aliados deberán quedarse todavía por largo tiempo y ese lodazal, que empieza a parecerse a aquel de Vietnam, va seguramente a obligar al Pentágono a enviar cada vez más tropas para hacer frente al creciente número de ataques (6).
"Nos faltan medios para medir si ganamos o perdemos la batalla mundial contra el terrorismo. Mi impresión es que hoy no hemos hecho progresos decisivos". Extracto del memorandum de Donald Rumsfeld al Congreso de los Estados Unidos, el 14 de noviembre del 2003.
Las últimas cifras que poseemos señalan más de 500 milicos muertos desde el inicio de este conflicto (7), sin hablar de aquellos que se encuentran en misión secreta (undercover) y que se inhuman discretamente en el desierto (varias tumbas han sido recientemente descubiertas). Los heridos superan hoy el número de 15.000 pese a las protecciones en Kevlat que la mayor parte de los soldados portan y la inmediata toma en cargo de los heridos por los equipos especializados. Eso significa más de diez heridos por día, de los cuales la mayor parte se encuentran en estado de gravedad y quedaron incapacitados de por vida. Como lo señala el periódico ultra-conservador americano, The New Republic: "...los medias han tratado el número de muertos en combate como la medida más fiable de progreso cumplido sobre el campo de batalla, pero es el número de heridos que revela la situación sobre el terreno".
Nunca antes desde Vietnam, el ejército estadounidense había tenido que hacer frente a un número de heridos tan elevado que repatriar. Operación que se realiza en aviones de carga y de preferencia durante la noche para evitar las cámaras y la desmoralización de las tropas que se quedan en el país. Los suicidios, entre las tropas involucradas, aumentan día a día, aunque las cifras al respecto no circulen y la cantidad de soldados oficialmente repatriados por "problemas de salud mental" (milicos a los que le saltan los fusibles) se elevaba a 478 en septiembre de 2003. Recordemos, también, que el número de ataques contra las fuerzas del orden se acerca hoy a un promedio de 70 a 75 por día, y que la mayoría de los milicos que están en el terreno ya cumplieron más de un año y medio de servicios. Esto comienza a hacerse largo de más y produce descontento entre los hombres de tropa que "ya no comprenden porque están allá". Agreguemos a eso la incapacidad del Pentágono a reemplazarlos, por falta de efectivos, lo que es particularmente visible en sus llamados al enrolamiento de reservistas que han pasado la edad de poder ser implicados en operaciones militares. Así, muchos reservistas de la Guardia Nacional de más de 50 años se negaron a dejar su mujer, hijos y trabajo para ir a "defender Estados Unidos en Irak". He ahí un cóctel que se hace cada vez más explosivo para la fracción burguesa que se afirma como gendarme mundial.
¿En todo esto debemos ver los signos de una posible brecha de la unidad nacional, una brecha similar a la que 40 años antes se produjo respecto a la guerra de Vietnam? En aquel momento una gigantesca fisura se abrió en el seno de la sociedad estadounidense. Entonces la única esperanza que tenía un oficial, de evitar ser brutalmente herido o liquidado por un soldado, era oponerse por todos los medios a una implicación en la guerra. Y esos medios, de una simplicidad infantil, consistían sobre todo en evitar enviar los soldados a enfrentar el enemigo. Practicando el "fragging" (literalmente fragmentar los oficiales), que consistía en tirar granadas sobre los oficiales, los soldados que se oponían a la guerra habían sembrado tanto el terror entre sus superiores que éstos ya no se atrevían a enviarlos al enfrentamiento, perdiendo así el control de sus tropas. En 1970, el Pentágono publicaba la cifra oficial de 65.643 desertores, ¡es decir el equivalente a cuatro de las divisiones de infantería! Señalemos otra cifra interesante de esos años: la existencia de más de 300 periódicos clandestinos contra la guerra editados directamente por los soldados y que contribuían ampliamente a romper el aislamiento, generalizando de esta forma la oposición a la guerra. Eran las manifestaciones cotidianas en Estados Unidos, los sabotajes, las huelgas, las ocupaciones las que impedían verdaderamente la continuación de la guerra. Fue así como, a inicios de los setenta, el gobierno norteamericano se vio obligado a frenar su implicación en Vietnam y a retirar poco a poco a sus tropas. Sólo recordando estos hechos significativos, de la terrible pesadilla que vivieron los burgueses de entonces, podemos no solo medir el enorme abismo que nos separa hoy de aquel periodo de lucha, sino también reconocer e indicar la única vía que pondrá fin a esta carnicería.
Nuestra conclusión sólo puede ser provisoria. Hemos intentado captar en sólo algunas líneas, los acontecimientos que se desarrollan ante nuestros ojos, intentando salir de las categorías periodísticas que no pueden aprehender en absoluto la compleja realidad de lo que se desarrolla allá. Seguir hablando de shiítas, sunitas, kurdos, baasistas, islamistas, de tal o cual tribu, de tal o cual clan, es borrar la contradicción esencial que impone el capital al intentar ordenar una región perturbada desde hace varias décadas por un proletariado combativo y que no ha aceptado todavía someterse a la dictadura de la economía. No podemos más que renovar el llamado a nuestros amigos, lectores y a todos los compañeros para que consideren la lucha que conducen nuestros hermanos de clase en Irak como la suya propia. Solo podemos romper su aislamiento generalizando las luchas contra nuestras propias burguesías, ahí donde nos encontremos, además de permanecer intransigentes en relación a nuestro programa y a nuestros objetivos de clase. Sólo el derrotismo revolucionario puede estremecer significativamente esta sociedad, que no tiene otro proyecto que la acumulación de montañas de cadáveres, y abrir las brechas decisivas para su destrucción violenta.

¡ABAJO EL ESTADO MUNDIAL DEL CAPITAL!
¡ABAJO SU GUERRA!
¡VIVA LA REVOLUCIÓN SOCIAL!

Notas :
(1) El cinismo de la burguesía no tiene límites y está a la altura de su estado de putrefacción. Mientras que todavía ayer los bombardeos químicos organizados, sostenidos y financiados por todas las fracciones burguesas (a la cabeza de las cuales se encontraba el estado alemán para el suministro de gas y el estado francés para el de los aviones) dejaban miles de muertos e inválidos, hoy son estos mismos estados los que denuncian y rechazan dichos bombardeos como "excesos" cometidos por el individuo Saddam Hussein y su esbirro Ali, llamado el químico.
(2) Cabe subrayar además la ayuda rusa para la invasión que consistió en proporcionar a los milicos dirigidos por Bush los planes de las instalaciones militares iraquíes así que las tácticas que el ejercito iraquí podría utilizar dado que habían sido los oficiales de la ex URSS que habían construido, formado y entrenado al ejército de ese país.
(3) Solo conocemos un grupo que en occidente subrayó la lucha del proletariado en Irak: UHP Ver "Arde!" No. 6 (mayo 2004): Editorial, "Iraq. Contra la guerra de los ricos, guerra contra los ricos" Edita U.H.P. Apartado postal 8079, 33280 Xixón, Asturias ESPAÑA
http://nodo50.org/crimental
(4) Hay que subrayar que, cuando en todas partes se habla de civiles, con respecto a las fuerzas de ocupación, se está escondiendo las funciones directamente represivas de muchos de esos mercenarios, que son contratados para servir a la ocupación. El propio ejército de ocupación contrata, para la realización de sus fines, a una serie de empresas privadas que proporcionan a los ocupantes: vigilantes, especialistas en interrogatorios (torturadores), guardaespaldas; además claro está de los diferentes cuerpos parapoliciales (escuadrones de la muerte) que utilizan la cobertura "civil" como en todo el mundo.
(5) Este artículo fue redactado, en primera instancia, en enero de 2003 para ser publicado en nuestra revista central en francés. Desde dicha fecha al día de hoy, cuando preparamos la salida de la revista en castellano (setiembre 2004), la situación de los ocupantes no ha cesado de empeorar. Los ataques, manifestaciones, saqueos, ocupaciones, se han generalizado masiva y geográficamente. La resistencia se extiende, en la actualidad, a todas las regiones de Irak. En ninguna parte del territorio de ese país, quienes, de cerca o de lejos, representan el estado mundial, y quiere imponer el orden social capitalista, se encuentran al abrigo Desde las tropas de ocupación y los milicos locales a los mercenarios de cualquier tipo, desde los nacionalistas kurdos a los políticos irakíes, incluyendo a los altos dignatarios del "Nuevo Irak Independiente", sean ellos laicos o miembros de la jerarquía religiosa, todos saben que pueden ser liquidados en cualquier momento.
(6) Lo que evidentemente no excluye que el propio Pentágono y en general el estado estadounidense, junto a muchos otros, apueste a mediano plazo a la preparación de una fuerza mucho más internacional de represión, con mejor cobertura pacifista proporcionada por quienes se opusieron a la guerra y por ello con mayor legitimidad humanitaria y de la ONU.
(7) Cuando estamos por publicar Comunismo ya se admiten oficialmente más de mil.
Grupo Comunista Internacionalista

20050612

La mistificación democrática (Invariance número 6 - 1969)

El asalto del proletariado a las ciudadelas del capital no podrá hacerse con ninguna posibilidad de éxito, sin que el movimiento revolucionario del proletariado termine, de una vez por todas, con la democracia. Esta es el último refugio de todos los renegamientos, de todas las traiciones, porque ella es la primera esperanza de aquellos que creen sanear, revigorizar el movimiento actual que está podrido hasta sus propios fundamentos.



Tesis 1.

De una forma general, podemos definir la democracia como el comportamiento del hombre, la organización de éste cuando ha perdido su unidad orgánica original con la comunidad. Existe, entonces, durante todo el período que separa el comunismo primitivo del comunismo científico.

Tesis 2.

La democracia nace a partir del momento en que existe división entre los hombres y repartición del haber. Lo que quiere decir que nace con la propiedad privada, los individuos y la división de la sociedad en clases, con la formación del Estado. Por ello se hace cada vez más pura en la medida en que la propiedad privada se generaliza y que las clases aparecen con mayor claridad en la sociedad.

Tesis 3.

La democracia supone un bien común, a repartir. En la sociedad antigua la democracia limitada presuponía la existencia del ager publicus y los esclavos no eran hombres. En la sociedad moderna, este bien es más universal (comprende un número mayor de hombres), más abstracta e ilusoria: la patria.

Tesis 4.

La democracia no excluye de ninguna manera la autoridad, la dictadura, el Estado. Por el contrario, ella lo necesita como fundamento. Sino, ¿quién podría garantizar el reparto, quien podría regular las relaciones entre los individuos y entre éstos y el bien común, sino existiera el Estado?
En la sociedad capitalista plenamente desarrollada, el Estado se presenta también como el guardián de la repartición desde un punto de vista doble: impedir que la plusvalía sea roída por el proletariado; garantizar que sea repartida bajo la forma de ganancia industrial, ganancia comercial, interés, renta, etc... entre las diferentes esferas capitalistas.

Tesis 5.

La democracia implica, por lo tanto, la existencia de individuos, de clases y del Estado; por ello la democracia es a la vez un modo de gobierno, un modo de dominación de una clase y el mecanismo de unión y de conciliación.
En efecto, los procesos económicos, en su origen, dividen a los hombres (proceso de expropiación) que estaban unidos en la comunidad primitiva. Las antiguas relaciones sociales son así destruidas. El oro se transforma en una fuerza real que reemplaza la autoridad de la Comunidad. Los antagonismos materiales hacen enfrentar a los hombres de tal forma que podrían hacer reventar la sociedad, hacerla inviable. La democracia aparece como un medio de conciliar los contrarios, como la forma política, más apta, para unir lo que ha sido dividido. Representa la conciliación entre la vieja comunidad y la nueva sociedad. La forma mistificadora reside en la aparente reconstrucción de una unidad perdida. La mistificación era progresista.
En el polo opuesto de la historia, en nuestros días, el proceso económico ha conducido a la socialización de la producción y de los hombres. La política, por el contrario, tiende a dividirlos, a mantenerlos, como simples superficies de intercambio para el capital. La forma comunista se vuelve cada vez más poderosa en el seno del viejo mundo capitalista. La democracia aparece como una conciliación entre el pasado que aún actúa en nuestro presente y el futuro: la sociedad comunista. La mistificación es reaccionaria.

Tesis 6.

Frecuentemente se ha afirmado que en los orígenes de la vida de nuestra especie, en el comunismo primitivo, había gérmenes de democracia, algunos afirman que incluso habían formas de ella. Lo que existe es la incomprensión de que en la forma inferior podemos encontrar gérmenes de la forma superior, manifestándose esporádicamente. Esta "democracia" aparece en circunstancias bien definidas, que una vez cumplidas se vuelve al antiguo modo de organización; ejemplo: la democracia militar en sus orígenes. La elección del jefe se efectuaba en un momento preciso y en vista de ciertas operaciones. Una vez terminadas las mismas, el jefe era reabsorbido en la comunidad. La democracia que se manifestaba temporalmente era reabsorbida. Lo mismo se produjo con las formas de capital que Marx llamó pre-diluvianas. La usura es la forma arcaica del capital dinero que podía manifestarse en las viejas sociedades. Pero su existencia fue precaria porque la sociedad se defendía contra su poder disolvente y la desterraba. Es solo cuando el hombre es transformado en mercancía que el capital puede desarrollarse sobre una base sólida y sin poder ser reabsorbido. La democracia solo pudo manifestarse realmente a partir del momento en que los hombres fueron totalmente divididos y que ha sido cortado el cordón umbilical que los unía a la comunidad; es decir cuando lo que existe son individuos.
El comunismo puede manifestarse a veces en esta sociedad, pero es siempre reabsorbido. Solo podrá desarrollarse verdaderamente a partir del momento en que la comunidad material sea destruida.

Tesis 7.

El fenómeno democrático aparece con claridad en el transcurso de dos períodos históricos: en el momento de la disolución de la comunidad primitiva en Grecia y en el de la disolución de la sociedad feudal en Europa Occidental. Es incontestablemente en el transcurso de este segundo período que el fenómeno aparece en su más gran amplitud porque los hombres fueron reducidos realmente al Estado de individuos y porque las relaciones sociales anteriores no podían mantenerlos más unidos. La revolución burguesa aparece siempre como una movilización de masas. De allí el dilema burgués: como unificar las masas, mantenerlas y fijarlas en las nuevas formas sociales. De allí, la enfermedad institucional y el desencadenamiento del derecho en la sociedad burguesa. La revolución burgués es social con alma política.
En la revolución comunista, las masas ya fueron organizadas por la sociedad capitalista. No buscarán nuevas formas de organización sino que estructurarán un nuevo ser colectivo, la comunidad humana. Esto aparece netamente cuando la clase actúa como ser histórico, cuando se constituye en Partido.
Muchas veces, al interior del movimiento comunista, se ha afirmado que la revolución no es un problema de formas de organización. Para la sociedad capitalista, por el contrario, todo es problema organizativo. En los orígenes de su desarrollo, esto se refleja en la búsqueda de buenas instituciones, al final en la búsqueda de las estructuras más aptas para encerrar a los hombres en las prisiones del capital: el fascismo. En los dos extremos, la democracia está en el corazón de la búsqueda: democracia política, primero, social después.

Tesis 8.

La mistificación no es un fenómeno deseado por los hombres de la clase dominante, no es un engaño inventado por ellos. Si fuese así sería suficiente una simple propaganda adecuada para extirparla del cerebro de los hombres. En realidad ella surge y se alberga en lo más profundo de la estructura social, en las relaciones sociales.
"Es necesario que una relación social de producción se presente bajo la forma de un objeto que existe fuera de los individuos y que las relaciones determinadas por las cuales éstos entran en el proceso de producción de su vida social, se presenten como propiedades específicas de ese objeto. Es esta inversión, esta mistificación no imaginaria, sino de la prosaica realidad, que caracteriza todas las formas sociales del trabajo creador de valor de cambio." (Marx, Contribución a la Crítica de la Economía Política)
Es entonces necesario explicar en que la realidad es mistificadora y como esta mistificación, que era simple al principio, se va acrecentando hasta alcanzar su clímax en el capitalismo.

Tesis 9.

En su origen la comunidad humana está sometida a la dictadura de la naturaleza. Aquella debía luchar contra ésta para sobrevivir. La dictadura es directa, y somete a la comunidad en su totalidad.
Con el desarrollo de la sociedad de clases, el Estado se plantea como el representante de la comunidad, pretendiendo encarnar la lucha del hombre contra la naturaleza. Pero, dado el débil desarrollo de las fuerzas productivas, la dictadura de ésta es siempre operante. Dicha dictadura es indirecta, mediada por el Estado y pesa sobretodo sobre las capas más desfavorecidas. Cuando el Estado define al hombre, toma, de hecho, como substrato de su definición al hombre de la clase dominante. La mistificación es total.

Tesis 10.

En el capitalismo, tenemos un primer período donde, aunque la burguesía haya tomado el poder, el capital no alcanza a ejercer más que una dominación formal. Muchos resabios de las formaciones sociales precedentes persisten, obstaculizando su dominación sobre el conjunto de la sociedad. Es la época de la democracia política donde se efectúa la apología de la libertad individual y de la libre competencia. La burguesía las presenta como medios de liberación del hombre. Esto es una mistificación porque "la competencia no emancipa a los individuos sino al capital" (Marx "Grundrisse").
"Se ve así cuán inepto resulta presentar la libre competencia como el desarrollo postrero de la libertad humana, y la negación de la libre competencia como la negación de la libertad individual y de la producción social basada en la libertad individual, puesto que se trata simplemente del libre desarrollo sobre una base limitada - aquella de la dominación del capital. Por este motivo, esta especie de libertad individual es a la vez la abolición de toda libertad individual y el sometimiento del individuo a las condiciones sociales que revisten la forma de potencias materiales, e incluso objetos superiores e independientes de las relaciones de los individuos. Este desarrollo de la libre competencia proporciona la única respuesta racional que se puede dar a los profetas de la clase burguesa que la ponen por las nubes, o a los socialistas que la cubren de oprobio." (Marx, Ibíd)

Tesis 11.

"Después de su victoria por las armas y por el terror, la democracia y el parlamentarismo le son indispensables a la burguesía para dominar una sociedad dividida en clases." (Battaglia Comunista Nº18, 1951)
Había necesidad de una conciliación para poder dominar, puesto que era imposible que la dominación perdurase únicamente a través del terror. Después de la toma del poder, por la violencia y el terror, el proletariado no tiene necesidad de la democracia, no porque las clases vayan a desaparecer de un día para el otro, sino porque el proletariado no es detentor de máscaras, ni de mistificaciones. La dictadura es necesaria para impedir cualquier posibilidad de reconstitución de la clase adversa. Además la accesión del proletariado al Estado es su propia negación como clase, así como la negación de otras clases. Es el comienzo de la unificación de la especie, de la formación de la comunidad. Reclamar la democracia, implicaría la exigencia de una conciliación entre las clases, lo cual significaría dudar que el comunismo es la solución de todos los antagonismos, que es la reconciliación del hombre consigo mismo.

Tesis 12.

Con el capital el movimiento económico deja de estar separado del movimiento social. Con la compra y venta de la fuerza de trabajo, la unión se opera, pero en base a la sumisión de los hombres al capital. Este se constituye en comunidad material y no hay más política, puesto que es el mismo capital que organiza a los hombres esclavos.
Hasta este estadio histórico, existía una separación más o menos neta entre producción y distribución. En esa fecha la democracia política podía ser considerada como un medio para repartir más equitablemente los productos. Pero cuando la comunidad material es realizada, la producción y la distribución están indisolublemente ligadas; los imperativos de la circulación condicionan a la distribución. Ahora bien, la primera no es más algo exterior a la producción, sino que por el contrario es, para el capital un momento esencial de su proceso total. Es entonces el mismo Capital que condiciona la distribución.
Todos los hombres cumplen una función para el capital que, en el fondo, presupone su existencia misma. En relación a la ejecución de esta función, los hombres reciben una cierta distribución de productos por intermedio de un salario. Tenemos una democracia social. La política de ingresos es un medio para llegar a esta.

Tesis 13.

Durante el período de dominación formal del capital (democracia política) la democracia no es una forma de organización que se opone como tal al capital, sino un mecanismo utilizado por la clase capitalista para llegar a dominar la sociedad. Es el período en el cual todas las fuerzas al interior de la sociedad, luchan para llegar a ese mismo resultado. Es por esto que, durante un cierto tiempo, el proletariado puede también intervenir en este terreno. Por otro lado, las oposiciones se desarrollan también al interior de una misma clase, entre burguesía industrial y burguesía financiera por ejemplo. El parlamento es entonces una arena donde se enfrentan los intereses diversos. El proletariado puede utilizar la tribuna parlamentaria para denunciar la mistificación democrática y utilizar el sufragio universal como medio de organizar la clase.
Cuando el capital ha llegado a su dominación real y se ha constituido en comunidad material, el problema se resuelve: él se ha apoderado del Estado. Las conquista del Estado desde su interior no se plantea más pues no es más "que una formalidad la alta predilección de la vida popular, una ceremonia. El elemento constituyente es la mentira sancionada, legal de los Estados Constitucionales, que dice que el Estado es el interés del pueblo o que el pueblo es el interés del Estado" - Marx.

Tesis 14.

El Estado democrático materializa la ilusión de que el hombre conduce la sociedad (de que este pueda dirigir el fenómeno económico). El proclama al hombre soberano. El estado fascista es la realización de la mistificación (en este sentido puede aparecer como su negación), porque el hombre no es soberano. Al mismo tiempo, el Estado fascista es por esto la forma real, declarada, del Estado capitalista: dominación absoluta del capital. El conjunto social podía vivir sobre un divorcio entre la teoría y la práctica. La teoría decía: el hombre es soberano; la práctica afirmaba es el capital. Solo mientras que este último no llegó a dominar de forma absoluta la sociedad, había posibilidad de distorsión. En el Estado fascista la realidad somete a la idea para hacerla una idea real. En el Estado democrático la idea somete a la realidad para hacerla una realidad imaginaria. La democracia de los esclavos del capital suprime la mistificación para realizarla mejor. Los demócratas quieren ponerla en evidencia cuando creen poder conciliar al proletariado con el capital.
La sociedad ha encontrado al ser de su opresión (el que elimina la dualidad, la distorsión realidad-pensada) es necesario oponerle el ser libertador que representa la comunidad humana: el partido comunista.

Tesis 15.

Esto explica por qué la mayoría de los teóricos del siglo XIX eran estatistas. Pensaban resolver los problemas sociales al nivel del Estado. Eran mediatistas. No comprendían que el proletariado debía no solamente destruir la vieja máquina estatal, sino que debía poner otra en su lugar. Muchos socialistas creyeron que era posible conquistar el Estado desde el interior, los anarquistas creyeron poder abolirlo de un día para el otro.
Los teóricos del siglo XX son corporativistas porque piensan que se trata solamente de organizar la producción, de humanizarla para resolver todos los problemas. Son inmediatistas. Es una confesión indirecta de la validez de la teoría del proletariado. Afirmar que sería necesario conciliar al proletariado con el movimiento económico, es reconocer que solo en este terreno puede surgir la solución. Este inmediatismo viene del hecho de que la sociedad comunista es cada vez más poderosa al interior del mismo capitalismo. No se trata de hacer una conciliación entre los dos sino de destruir el poder del capital, su fuerza organizada, el Estado capitalista, que mantiene el monopolio privado cuando todos los mecanismos económicos tienden a hacerlo desaparecer. La solución comunista es mediata. La realidad parece escamotear al Estado, hay que ponerlo en evidencia y, al mismo tiempo, indicar la necesidad de otro Estado transitorio: la dictadura del proletariado.

Tesis 16.

El devenir hacia la democracia social está marcado, desde el principio.
"Mientras que el poder del dinero no era el vínculo de las cosas y de los hombres las relaciones sociales debían ser organizadas política y religiosamente." (Marx)
Marx denunció siempre la superchería política y puso al desnudo las relaciones reales:
"Son, pues, la necesidad natural, las cualidades humanas esenciales (por enajenadas entre sí que puedan parecer), el interés, los que mantienen ligados a los miembros de la sociedad burguesa; la vida burguesa y no la vida política, constituye su nexo real." (La Sagrada Familia)
"En apariencia, precisamente, el sistema esclavista de la sociedad burguesa es la mayor libertad, por ser la independencia aparentemente consumada del individuo; éste toma el movimiento desbocado de sus elementos vitales enajenados (como la propiedad, la industria, la religión, etc., movimiento al que no ligan ya vínculos generales ni el hombre), por su propia libertad, cuando en realidad es su servidumbre e inhumanidad consumadas. El derecho ha sustituido al privilegio." (ídem)
La problemática de la democracia no hace más que replantear, bajo otra forma, la oposición falaciosa entre competencia y monopolio. La comunidad material integra las dos. Con el fascismo = democracia social, democracia y dictadura se integran también. Por eso mismo es un medio de superar la anarquía.
"La anarquía es la ley de la sociedad burguesa emancipada de los privilegios que dividen, y la anarquía de la sociedad burguesa es el fundamento del estado de cosas público moderno, así como éste, a su vez es lo que garantiza esa anarquía. Por mucho que ambos se contrapongan, se condicionan recíprocamente." (ídem)
Tesis 17.

Ahora que la clase burguesa, aquella que dirigiera la revolución, que permitió el desarrollo del capital, ha desaparecido, reemplazada por la clase capitalista que vive del capital y de su proceso de valorización, que la dominación de éste está asegurada (fascismo) y que por esto no es más necesario la conciliación política, pues es superficial, sino la conciliación económica (corporativismo, doctrina de las necesidades, etc) son las clases medias que se hacen las adeptas de la democracia. Solo que cuanto más se refuerza el capitalismo, más se desvanece la ilusión de poder compartir la dirección con el capital. No queda más que la reivindicación de una democracia social a pretensión política: planificación democrática, pleno empleo, etc. No obstante, creando la asistencia social, tratando de mantener el pleno empleo, la sociedad capitalista realiza la democracia social en cuestión: la de los esclavos del capital.
Con el desarrollo de las nuevas clases medias, la reivindicación de la democracia se pinta solamente de comunismo.

Tesis 18.

Lo precedente concierne el área euro-norteamericana, no es válida para todos los países donde por largo tiempo lo que predominó fue el modo de producción asiático (Asia, Africa) y donde dicho modo de producción predomina aún (India por ejemplo). En estos países, el individuo no ha sido producido. La propiedad privada ha podido aparecer, pero no se ha autonomizado, lo mismo sucede con el individuo. Esto está ligado a las condiciones geo-sociales de estos países y explica la imposibilidad en la que se encuentra el capitalismo de desarrollarse, mientras que no se haya constituido en comunidad. Dicho de otra manera, solo cuando se haya llegado a dicho estadio el capitalismo podrá reemplazar la antigua comunidad y conquistar zonas inmensas. En esos países, los hombres no pueden tener el mismo comportamiento que los occidentales; la democracia política es obligatoriamente escamoteada. No tendremos otra cosa que la democracia social.
Es por esto que tenemos, en los países más trabajados por la implantación capitalista, un doble fenómeno: una conciliación entre el movimiento real y la comunidad primitiva y otra con la comunidad futura: el comunismo. De allí la dificultad para comprender estas sociedades.
Dicho de otra manera, una gran proporción de la humanidad no conoce la mistificación democrática tal como la ha conocido el occidente. Es un hecho positivo para la futura revolución.
En lo que concierne a Rusia, tenemos un caso intermediario. Aquí el capitalismo tuvo enormes dificultades para implantarse. Para ello fue necesario una revolución proletaria. Allí tampoco la democracia política occidental tuvo terreno para desarrollarse y podemos constatar que ella no ha podido florecer. Tenemos, como en el occidente actual, la democracia social. Desgraciadamente allí también, la contrarrevolución ha aportado el veneno bajo la forma de la democracia proletaria y, para muchos, la involución de la revolución debería buscarse en la no realización de ésta.
El movimiento comunista retomará su marcha reconociendo estos hechos y acordándoles toda su importancia. El proletariado se reconstituirá en clase y por lo tanto en partido, dejando atrás el margen estrecho de todas las sociedades de clase. La especie humana podrá finalmente unificarse y formar un solo ser.

Tesis 19.

Todas las formas históricas de democracia corresponden a estadios de desarrollo donde la producción era limitada. Las diferentes revoluciones que se sucedieron fueron revoluciones parciales. Era imposible que el desarrollo económico pudiera realizarse, progresar, sin que se produjese la explotación de una clase. Podemos constatar que desde la antigüedad estas revoluciones contribuyeron a emancipar una masa siempre mayor de hombres. De allí la idea de que vamos hacia la democracia perfecta, es decir una democracia que reagruparía a todos los hombres. Por eso muchos se apresuran a afirmar la igualdad: socialismo = democracia. Es cierto que se puede decir que con la revolución comunista y la dictadura del proletariado, hay una masa más importante, que antes, de hombres que entran en el campo de esta democracia ideal; que generalizando su condición de proletario al conjunto de la sociedad, el proletariado elimina las clases y realiza la democracia (el manifiesto dice que la revolución es la conquista de la democracia). Sin embargo es indispensable agregar que este pasaje al límite, esta generalización, es al mismo tiempo la destrucción de la democracia. Pues paralelamente, la masa humana no queda reducida a una simple suma de individuos todos iguales en derecho, sino en hecho. Esto no puede ser más que la realidad de un momento breve de la historia debido a una igualación forzada. La humanidad se constituirá en un ser colectivo, la Gemeinwesen. Esta nace al margen del fenómeno democrático y es el proletariado constituido en partido que la transmitirá a la sociedad. Cuando pasemos a la sociedad futura, habrá no solamente un cambio cuantitativo sino que será un cambio cualitativo. La democracia "es el reino antimarxista de esta cantidad eternamente impotente, de transformarse en calidad". Reivindicar la democracia para la sociedad post-revolucionaria es reivindicar la impotencia. Por otra parte, la revolución comunista no es más una revolución parcial. Con ella se termina la emancipación progresiva y se realiza la emancipación radical. Esto implica también un salto cualitativo.

Tesis 20.

La democracia se apoya sobre un dualismo y constituye el medio para sobremontarlo. La democracia resuelve el dualismo entre espíritu y materia equivalente a aquel entre grandes hombres y masas, por la delegación de poderes; aquel entre ciudadano y hombre, a través del boletín de voto, el sufragio universal. En los hechos, so pretexto de acceder a la realidad del ser total, hay una delegación de la soberanía del hombre al Estado. El hombre se desprende de su poder humano.
La separación de poderes necesita su unidad y esto se consigue siempre por la violación de una constitución. Esta encuentra su fundamento en el divorcio entre situación de hecho y situación de derecho. El pasaje de uno al otro es asegurado por la violencia.
El principio democrático no es en realidad más que la aceptación de un hecho: la escisión de la realidad, el dualismo ligado a la sociedad de clases.

Tesis 21.

Se pretende muy frecuentemente oponer la democracia en general que sería un concepto vacío, a una forma de democracia que sería la llave de la emancipación humana. Pero ¿qué puede ser algo cuya particularidad está no solamente en contradicción con su concepto general, sino que debe ser su negación? De hecho teorizar una democracia particular (proletaria por ejemplo) implica escamotear el salto cualitativo. En efecto, o bien esta forma democrática en cuestión está realmente en contradicción con el concepto general, y entonces se trata verdaderamente de otra cosa (¿porqué, entonces, democracia?) o bien es compatible con este concepto y no puede tener más que una contradicción de orden cuantitativo (abarcar un número mayor de hombres, por ejemplo), y, en este caso no sale de los limites aún si tiende a rechazarlos.
Esta tesis aparece frecuentemente sobre la forma: la democracia proletaria no es la democracia burguesa, y se habla de democracia directa para demostrar que si la segunda necesita un corte, de una dualidad (delegación del poder), la primera la niega. Se define, entonces, la sociedad futura como la realización de la democracia directa.
Esto no es más que la negación negativa de la sociedad burguesa y no una negación positiva. Se pretende también definir al comunismo a través de un modo de organización que sería más adecuado a las diferentes manifestaciones humanas. Pero el comunismo es la afirmación de un ser, del verdadero Gemeinwesen del hombre. La democracia directa aparecería como un medio para realizar el comunismo. Pero éste no necesita de tal mediación. El comunismo no es una cuestión de tener, ni de hacer, sino una cuestión de ser.

"En cualquier caso, nuestro único enemigo, el día de la crisis y después, será el conjunto de la reacción reagrupada en torno de la democracia pura, y esto, me parece, no debe ser perdido de vista."
Engels 1884

20050611

3ª Internacional (2º Congreso, 1920) - Tesis sobre el Parlamentarismo presentadas por la Fracción Comunista Abstencionista del Partido Socialista




1. - El parlamentarismo es la forma de representación política propia del régimen capitalista. La crítica de principio de los comunistas marxistas al parlamentarismo y la democracia burguesa en general establece que el derecho de voto otorgado a todos los ciudadanos de todas las clases sociales en las elecciones a los órganos representativos estatales, no puede impedir ni que todo el aparato de gobierno del Estado constituya el comité de defensa de los intereses de la clase dominante capitalista, ni que el Estado se organice como el instrumento histórico de la lucha de la burguesía contra la revolución proletaria.

2. - Los comunistas niegan rotundamente la posibilidad de que la clase trabajadora alcance el poder a través de una mayoría parlamentaria, en lugar de conquistarlo con la lucha revolucionaria armada. La conquista del poder político por parte del proletariado, momento en el que se inicia la obra de construcción económica comunista, implica la supresión violenta e inmediata de los órganos democráticos, y la sustitución de éstos por los órganos del poder proletario: los consejos obreros. Así pues, al estar privada la clase de los explotadores de todo derecho político, se pondrá en práctica la dictadura del proletariado, es decir un sistema de gobierno y de representación de clase. La supresión del parlamentarismo es por tanto un fin histórico del movimiento comunista. Más aún, la primera forma de la sociedad burguesa que debe ser derrocada, antes aún que la propiedad capitalista, antes aún que la propia máquina burocrática y gubernamental, es precisamente la democracia representativa.

3. - Esto es igualmente válido para las instituciones municipales y de distrito de la burguesía, y es teóricamente falso contraponerlas a los órganos gubernamentales. De hecho, su aparato es idéntico al mecanismo estatal central burgués. Tales instituciones deben ser de igual forma destruidas por el proletariado revolucionario y sustituidas por los soviets locales de diputados obreros.

4. - Mientras que el aparato ejecutivo, militar y policiaco del Estado burgués organiza la acción directa contra la revolución proletaria, la democracia representativa constituye un medio de defensa indirecta, que actúa difundiendo entre las masas la ilusión de que su emancipación puede lograrse mediante un proceso pacífico, y de que la forma del Estado proletario puede también tomar la forma parlamentaria, con derecho de participación para la minoría burguesa. El resultado de esta influencia democrática sobre las masas proletarias ha sido la corrupción del movimiento socialista de la Segunda Internacional tanto en el campo de la teoría como en el de la acción.

5. - En el momento actual la tarea de los comunistas, en su obra de preparación ideológica y material de la revolución, es, antes que nada, la de liberar al proletariado de estas ilusiones y prejuicios, difundidos entre sus filas con la complicidad de los viejos líderes socialdemócratas, y que le desvían de su cometido en la historia. En los países en los que el régimen democrático existe ya desde hace mucho, y ha echado raíces profundas en los hábitos de las masas y en su mentalidad, y no menos que en la de los partidos socialistas tradicionales, esta tarea reviste una particular importancia y se presenta en primer plano en los problemas de la preparación revolucionaria.

6. - En los tiempos en los que en el movimiento internacional del proletariado la conquista del poder no se presentaba como una posibilidad próxima y no surgía el problema de la preparación directa para la dictadura proletaria, la participación en las elecciones y en la actividad parlamentaria todavía podía ofrecer posibilidades de propaganda, agitación y crítica. Por otro lado, en los países en los que una revolución burguesa está todavía en curso creando instituciones nuevas, la intervención de los comunistas en estos órganos representativos en formación puede ofrecer la posibilidad de influir en el desarrollo de los acontecimientos, para hacer que la revolución prosiga hasta la victoria del proletariado.

7. - La revolución rusa, como primera realización de la conquista del poder por parte del proletariado, y la constitución de la nueva Internacional en oposición al social-democratismo de los traidores, han abierto el periodo histórico actual, con las consecuencias que éste tiene para la organización social burguesa. En dicho periodo histórico y en los países en los que el régimen democrático ha completado su formación desde hace tiempo, no existe, en cambio, ninguna posibilidad de utilizar para la labor revolucionaria de los comunistas la tribuna parlamentaria, y tanto la claridad en la propaganda como la eficacia en la preparación para la lucha final por la dictadura del proletariado, exigen que los comunistas movilicen a los trabajadores por el boicot a las elecciones.

8. - En estas condiciones históricas, al haberse convertido la conquista revolucionaria del poder en la cuestión principal, toda la actividad política del partido debe ser consagrada a este objetivo directo. Es necesario acabar con la mentira burguesa según la cual, todo enfrentamiento entre partidos políticos adversarios, toda lucha por el poder, debe llevarse a cabo en el marco del mecanismo democrático, a través de campañas electorales y debates parlamentarios; y esto no se podrá conseguir sin romper con el método tradicional de llamar a los obreros a las elecciones – en las cuales los proletarios son admitidos junto a los miembros de la clase burguesa – y sin abandonar el espectáculo de delegados del proletariado que actúan en el mismo terreno parlamentario que los delegados de sus explotadores.

9. - La práctica ultraparlamentaria de los partidos socialistas tradicionales ya ha difundido demasiado la peligrosa concepción de que toda acción política tenga que consistir en las luchas electorales y en la actividad parlamentaria. Por otra parte, la repulsa del proletariado hacia esta práctica de traición ha preparado el camino a errores sindicalistas y anárquicos, que niegan todo valor a la acción política y a la función del partido. Por eso, los Partidos Comunistas no obtendrán nunca un amplio seguimiento divulgando el método revolucionario marxista, si su trabajo directo por la dictadura del proletariado y los Consejos obreros no se asienta en el abandono de todo contacto con el engranaje de la democracia burguesa.

10. - La grandísima importancia que se atribuye en la práctica a la campaña electoral y a sus resultados, el hecho de que, por un periodo bastante largo, el partido consagre a ésta todas sus fuerzas y sus recursos, sean humanos, de prensa o de medios económicos, contribuye, cualquiera que sea el discurso en los mítines y las proclamas teóricas, por un lado, a reforzar la impresión de que se trate de la verdadera acción central para conseguir los fines del comunismo, y por otro lado, lleva al abandono casi completo del trabajo de organización y preparación revolucionaria, dando a la organización del partido un carácter técnico que de hecho contrasta con las exigencias del trabajo revolucionario tanto legal como ilegal.

11. - En los partidos que se han pasado a la III Internacional por decisión mayoritaria, el hecho de seguir desarrollando la acción electoral impide la necesaria decantación de los elementos socialdemócratas, sin la eliminación de los cuales la Internacional Comunista faltaría a su cometido histórico y dejaría de ser el ejército disciplinado y homogéneo de la revolución mundial.

12. - La misma naturaleza de los debates que tienen por escenario el parlamento y los otros órganos democráticos, excluye toda posibilidad de pasar de la crítica de la política de los partidos adversarios a una propaganda contra el principio mismo del parlamentarismo, a una acción que traspase los límites del reglamento parlamentario; al igual que no es posible obtener el mandato que da derecho a la palabra si se rechaza el someterse a todas las formalidades establecidas por el procedimiento electoral.
El triunfo en los enfrentamientos parlamentarios siempre y solamente estará en función de la habilidad en el manejo del arma habitual de los principios en los que la institución se basa y las sutilezas del reglamento, al igual que el triunfo de la lucha electoral se decidirá siempre y solamente por el número de votos o escaños obtenidos.
Cualquier esfuerzo de los partidos comunistas por dar un carácter distinto a la práctica del parlamentarismo no podrá impedir que fracasen las energías gastadas en este trabajo de Sísifo, y que la causa de la revolución comunista reclama sin demora en el terreno del ataque directo al régimen de la explotación capitalista.